miércoles, 24 de febrero de 2010

Primer Capitulo: Niebla Nocturna


CAPÍTULO PRIMERO: 
Cielo de instituto
¡Atención! Este capítulo ha sido reeditado. 

Siento frío, no quiero salir de mi cama. La oscuridad es invadida por un rayo de luz artificial. Cierro los ojos y percibo mi propio cuerpo dormido, mis párpados pesados…no puedo evitar pensar en que hoy tampoco he vuelto ha soñar con esos ojos azules.
Me levanto, muy mi pesar;  el frío es como volutas que se arremolinan a mi paso, interrumpiendo su helado estatismo. La ropa que me pongo está congelada, y me arrebata el calor que me ha costado acumular durante la noche. Y de nuevo pienso en ojos azules, he intento recordar su rostro.
No consigo verlo, ya esta borroso. He desgastado la única imagen que tengo de él. La única imagen que tengo de un sueño.

La mañana pasa como un camino en el que surgen rocas que me golpean, y cada vez me voy metiendo en mi misma, más y más en mí, hasta que ya no importen nada los demás...

Me aburre mi vida. Me aburren esos amigos que se van alejan más y más de mi, para los que cada día significo menos. Me aburre este tedio continuo, este peso en mi corazón que no consigo soltar, este lastre que me hunde en lo gris de la monotonía.
Siento que me pierdo en mi misma día tras día, acto tras acto, amanecer tras atardecer… en una ruleta de la fortuna que nunca gira.
Voy despertándome poco a poco, alejándome de mis propios pensamientos, acorralándolos en una esquina laberíntica hasta que vuelvan a salir, cuando cierre los ojos. Me encuentro en mi clase de dibujo, rodeada de los ‘ras ras’ en los papeles.

- Sky…- me susurra Laurie - ¿cómo se hace esto?
Me despido de finalmente de mis reflexiones, dispuesta a contestar. La campana acompaña mis pensamientos, la destrozo mentalmente. Presto atención a Laurie.
- Te lo… - miro alrededor, Laurie se ha ido a por la comida – explico luego. Lo sé, estoy hablando sola, y otra vez, para variar.

Bajo al patio para reunirme con los demás. Quien dice reunirse, dice ponerse al lado, a esperar, si se dignan  a prestarme atención. El descanso también es aburrido, monótono y rutinario.
 - Hola – saludo con pesadumbre, hoy no es mi mejor día. Nathan se acerca y me da un beso en la mejilla, lo mismo hacen Salem y Jamie, con unos vagos ‘hola, ¿qué tal?’.
 – No saludes, Jim - digo apelando a el que años atrás fue mi mejor amigo, pero de eso hace ya demasiado tiempo. Está hablando con Yumi, la japonesa, y parece que no se ha percatado ni de mi llegada. ‘Joder’, pienso, ‘no sé si porque he salido hoy’. Me apoyo en el muro y empiezo a comerme mi desayuno. No tengo nada que hacer, (excepto en ponerme a pensar en el asco que me da el día que llevo), así que me entretengo echando un vistazo a mis compañeros, los mismos desde hace cuatro años.

Nathan, rubio ceniza, rebelde, alto, y el mayor de todos. Jamie, es rubia platino y con unos preciosos ojos verdes; falsa, y una manipuladora de cuidado, últimamente capaz de todo por apartar a las chicas de Salem, su amor “secreto”. Laurie, castaña y ojos grises, bajita, pequeña y delicada, enamorada perdida de Salem, al igual que Jaime. Salem, de ojos negros profundos y pelo negro azulado, pícaro y muy atractivo, también egoísta, manipulador y mentiroso, resuelto a conseguir sus deseos a cualquier precio. Jim, sincero, elocuente, y cariñoso; pelo castaño rojizo, y ojos color miel. A su lado, Yumi Matsuyo, de belleza suave, asiática; es estudiante de intercambio, muy tímida, pero a fuerza de preguntarle  acerca de su cultura, nos ha cogido confianza. Últimamente habla mucho con Jim porque le está enseñando japonés, en plan intensivo… y es obvio que se gustan mutuamente. Son tan fáciles de leer, tan… mundanos.

Me aburre mi vida, ya lo he pensado un par de veces hoy, y ayer… Sé que no debería sentirme así; sé tengo todo lo que necesito para ser feliz, sin embargo, siento que algo me falta, que no… hay nada que me llena del todo. Los minutos pasan con pesadez; me siento ignorada. Antes, hablaban un poco conmigo, pero ya, ni eso. Todo ha cambiado en muy poco tiempo, me parece que estoy sola en mi pequeño trozo de muro de ladrillo gris. Recuerdo el movimiento de las nubes sobre mi cabeza…lento, monótono, y especial, único… ‘¿Quién recordará que la nube con forma de pez se movió y se fundió con la de caramelo? ¿Quién?’ pienso. Así es la vida, concluyo, somos un puñado de nubes moviéndonos por el cielo infinito del tiempo.
 Cansada de mis pensamientos, cargados de un pesimismo insano que empezaba a caracterizarme, me encamino hacia la entrada antes de que suene el timbre.
- ¡Eh, Sky! ¿Adónde vas? – me grita Nathan. El resto ni se inmuta; me duele en el ego, ni siquiera miran. ¿Es que acaso no me aprecian ni un poco, no les importo?
- Me aburro – susurro para mí misma. Nathan no lo oye, pero aun así se da la vuelta y sigue hablando con los demás.
‘¿Y si mañana no vuelvo?, ¿Seré recordada?, ¿Añorada?... Volveré seguro, maldita rutina…’ sigo con  mi hilo de pensamientos mientras me miro los zapatos, unos chuckz negros, rotos y desgastados, a la espera de una paga que nunca me acordaba de pedir. Entro en  mi aula, vacía, por supuesto; me siento en mi sitio y dejo reposar la cabeza en la mesa.

Siento la quietud del aire a mí alrededor, cómo me acoge en su silencio, cómo respiro en soledad. Percibo el calor del sol presionando las ventanas, los gritos fuera, el silencio dentro… me dejo adormecer mientras el tiempo entra y sale de mi, como con las nubes…
Me quedo dormida entre nubes y sombras, y silencios, y sitios vacíos…

~ ¯ ~


Bienvenidos a mi Jardín

La primera historia que empezare a publicar será Niebla Nocturna, que seguramente irá lento lento, pero la cual escribiré siempre que pueda.

Si me da por ahi, también añadiré fragmentos de otras historias que tengo
perdidas por los arbustos de mi jardín.