domingo, 1 de agosto de 2010

Relato corto I

Este pequeño relato lo escribí, junto con el siguiente, para un trabajo de Ética Cívica, asignatura, tuve que empezar de cero una historia de apenas 5 páginas, y por eso los personajes y los hechos no están muy definidos.



CAPITULO I

Bellatrix siguió mirando a la rubia. Los rayos del sol le arrancaban destellos dorados a su pelo, y la tenían engatusada. Ella se volvió y reparó en la mirada escrutadora de Bellatrix, esta apartó su mirada, algo avergonzada. Aun así, la rubia no se dio por aludida y siguió la conversación. Bella suspiró, le estaba costando trabajo definirse, todavía no lo tenía muy claro. Aurora, con su pelo rubio, sus ojos grises y su piel de porcelana, con su carácter aniñado y dulce le provocaba muchas cosas; pero Salem también. Él tenía ese punto sexy e indiscutiblemente atrayente, que hacía que se te revolviera el estómago con sus excitantes ojos negros a través del lacio pelo negro, cuando la atraía entre esos brazos que la apasionaban.

Aurora seguía pendiente de Bellatrix con el rabillo del ojo mientras Dabilonia y Sami animaban la charla sobre tatuajes, Bella llevaba un par de días extraña, poco comunicativa, y a la vez muy atenta con ella. Sami llamó su atención con un toque de su brazo:

- Hey, pequeña Aurora, digo que me voy un rato con ClaraBell.

- ¡Ah, si! Vale, nos vemos. – contestó con rapidez, saliendo de su ensimismamiento. Sami se levantó de un salto y les hizo un gesto de despedida mientras caminaba hacia la entrada del edificio del instituto, dejando solas a las tres chicas.

- Sigo contándote Aurora, y… ayúdame Bella – dijo dirigiéndose a la chica que estaba algo apartada; su pelo negro tapaba parte de la cara y le oscurecía la mirada –que tú eres la que ya se ha hecho tres tatuajes, yo todavía no he convencido a mis padres.

Bellatrix tardó un rato en contestar a su amiga, como si le estuviera meditando profundamente la respuesta. De repente se levantó y empezó a caminar en dirección contraria al instituto, las dos chicas apenas tuvieron tiempo de entrever su sonrisa franca antes de que diera la vuelta y les gritara:

- ¡Ya os cuento después! -. ‘Ahí estaba otra vez’, pensaba Aurora para sí, ‘sin comunicarse y apática’; era evidente que algo le pasaba. Y se estaba preocupando seguramente en vano, porque Bellatrix, con lo independiente que era, seguramente solucionaría eso que pasara en breve, pero era una amiga muy especial para ella…y la preocupaba. Se levantó para seguirla.

- Auro, déjala, ella es así, hablará con Salem o... no sé con cualquiera de nosotros y volverá a ser la de siempre. – le dijo Dabilonia. Aurora se volvió hacia su amiga, como casi siempre tenía razón, pero aún así…

- Ya lo sé, Dani, pero siento que tengo que darle mi apoyo, a lo mejor me cuenta que le pasa y puedo ayudarla. La chica se le quedó mirando unos segundos, y con una sonrisa de resignación le dio a entender con un gesto que fuera a buscar a Bellatrix, pero al verla irse corriendo para alcanzarla no pudo evitar pensar que, en cierto modo, la pequeña Aurora parecía sentirse responsable de lo que fuese que le pasara a Bellatrix.

La chica rubia corrió hasta llegar a donde caminaba la morena. La cogió con suavidad del brazo.

- Bella… - le dijo únicamente.

- Dime.

- Tú… ¿estás bien? Llevas un par de días rara y… quería que supieras que me tienes aquí para lo que necesites, lo sabes, ¿verdad? – le contó a la chica, mirándole a los ojos verdes, escrutándolos. Aurora se fijó que parecía contenida en sí misma, y vio como la alta figura de Salem se acercaba a ellas. Se apresuró a decirle eso que había pensado:

- Bellatrix, quería decirte que yo…que sabes… - La rubia contempló el paso inexorable del hermoso chico. Ella no tendrá nada que hacer contra la fuerza del mejor amigo de ella, pues si Bella hablase con alguien, sería naturalmente con él. Se sintió impotente, que sobraba para su amiga Bella.

- Si, dime Auro – le dijo ella con expectación. Salem ya casi había llegado adonde estaban.

- Pues yo…mmm, nada, no es importante Bella. Aquí tienes a Salem para desahogarte – replicó con cierta dureza en la voz, marchándose bruscamente. Bellatrix contempló el paso de la chica; cuando miró a Salem, el chico percibió que sus ojos de Bella estaban húmedos. Salem se dio cuenta de que la reacción de Aurora había afectado a Bellatrix, más de lo normal, e identifico a la chica de la que tanto le hablaba Bella últimamente.

- Bellatrix… - le dijo el chico, con una voz atractiva y profunda - ¿quieres que hablemos de ella?

Recibió una mirada extraña de la chica. Era acuosa, parecía suplicarle algo, brillaba con intensidad, y, sobretodo, rebosaba tristeza y confusión. Salem escuchó apenas un susurro, contenido, soltado como una nube al viento intentando pasar desapercibida.

- Creo que si…

CAPITULO II

- Creo que si… - le dijo ella. Ocultó su rostro entre las cortinas de pelo negro, y rodeó su cuerpo con sus propios brazos.

- Ya veo… - susurró para sí, mientras miraba hacia la rubia, que se había alejado y volvía a estar sentada en la extensión de césped, Bellatrix también miraba hacia la chica. – Ella… te gusta, ¿verdad?.

Bella subió la mirada hasta el chico, con ojos brillantes y conteniendo las lágrimas que pulsaban por salir. Su mente era como un remolino de sentimientos, ya no podía estar segura de nada de lo que sentía.

Salem buceó en sus ojos y no pudo más que envolverla en sus brazos. Bellatrix, poco a poco, empezó a llorar. Al principio, en silencio y conteniendo las lágrimas, y al final no pudo parar el torrente de emociones que necesitaban ser consoladas y comprendidas. El chico la atrajo aún más hacia sí, la abrazó con fuerza y acarició los cabellos oscuros de Bella. Cuando ella ya se había tranquilizado un poco, alzó los ojos anegados de lágrimas hacia Salem; este cogió con una mano su rostro y le limpió las gotas con cariño.

- Entonces… también crees que si, ¿no? – le dijo él. Ella entrecerró los ojos.

- Está bien, no me digas que estás celoso – contestó entre sollozando pero riendo.

- ¡No! Ay, mira que a veces eres… Bella, yo sé lo difícil que es darse cuenta de que eres bisexual, ya sabes lo que me paso a mi y mírame ahora que b- se vio interrumpido por ella.

- ¿¡Bisexual!? Pero… yo no soy bisexual – soltó la chica con sorpresa, recuperándose inmediatamente de la llantina anterior. Él se rió, la miró con dulzura.

- Bueno, vamos a ver Bella, a ti te gusto yo, ¿no? – preguntó.

- Pues si, y mucho, ya lo sabes –. Él rió de nuevo:

- ¿Sabes Bellatrix?

- ¿Qué?

- Tu vas de chica dura, independiente, libre… pero eres muy dulce.

- En fin… - suspiró la chica, mirando hacia otro lado.

- ¡Jaja! Vale, vale; ya sigo dama de hielo. Como te iba diciendo antes, a ti te gusto, mucho, tanto que he pasado de ser tu mejor amigo a casi tu amante – esto le arranco una sonrisa a ella – dicho burramente, ha acostarte conmigo, ha ser capaz de confiar en mi. Y Bella, ¿es eso lo que te inspira Auro, es eso lo que te hace sentir?

La pelinegra lo miró intensamente.

- Bueno…Auro me gusta, pero de ahí a hacer eso con ella, es decir, me siento atraída hacia ella, tanto como podría estarlo de ti o cualquier chico, pero todavía no la conozco tanto íntimamente como para… no sé si ella… ¿tu me entiendes? – dijo con una pregunta en sus ojos verdes.

- Si – respondió con una sonrisa – y entonces, ¿por qué dices que no eres bisexual? No hay ningún problema por serlo.

- Pues no sé, ¿eso no eran los chicos?

- ¿¡Sólo los chicos!? – dijo con sorpresa – ¿por qué dices eso?.

- Yo pensaba que… había oído que… -Bellatrix bajó la mirada, sonrojada - ¿no?

- ¡No! Me pregunto quién irá diciendo esas brutalidades…Bella, si te gustan los chicos y las chicas eres bisexual, así de simple, seas del sexo que seas.

- ¿Y ya está? ¿No hay que decidir que sexo te gusta, o al menos con el que practicas sexo, o el que muestras en público… nada parecido? – dijo ella, incrédula.

- Vamos Bellatrix, ¿lo dices en serio?

- P-pues si.

- Ja ja – se rió el, sin malicia – en el fondo eres una ingenua inocente.

Ella le miro atravesada.

- ¡Yo no soy nada de eso! – contestó gruñona. Él volvió a sonreírse, la atrajo hacia sí - ¿Sabes, Salem? Aurora me gusta mucho. Me siento protectora hacia ella, me da la sensación de que es algo delicado y suave… ¡me gusta! Sienta bien decirlo, aunque me da un poco de vergüenza… - confesó. Aún así, Salem pudo percibir tristeza en los ojos de la chica.

- Pero… - dijo él, incitándola a continuar y descubriendo el ‘pero’ del asunto.

Bellatrix sentía una libertad interior después de llorar y hablar con Salem que la dejaba tranquila y feliz consigo misma, y le permitía aceptar y comprender lo que pasaba en su interior. Pero ella no sabía si sus sentimientos serían correspondidos, cosa que Bella sabía que sería muy poco probable.

Ella alzó las manos hasta la mirada verde del chico. Salem la conocía demasiado bien, no en vano, era su mejor amigo, su amante, su confesor, su compañero. La chica se arropó entre los brazos de él; este lo notó y la tomo con ternura, dándole a entender que estaba allí, apoyándola.

- Pero no sé si seré correspondida, mejor dicho, sé que no seré correspondida, así que no vale la pena intentarlo – dijo ella con pesimismo.

El chico se le quedó mirando, absorto en sus pensamientos.

El sol iluminaba el cielo, lleno de claros entre las nubes, y el enorme patio. Los que estaban en las parcelas de césped lo agradecieron con risas y vitoreo. Un cabello rubio atrajo la atención de Salem. El pelo que brillaba a lo lejos se revolvió a la vez que la cabeza de la chica, Aurora.

CAPITULO III

El pelo de la chica atraía la mirada pensativa de Salem. De repente, se levantó. Bella se tambaleó sin el apoyo de Salem.

- ¡Salem! ¿Qué pasa? – le dijo ella sobresaltada.

- Bella, espera aquí un momento – le contestó, apretándole ligeramente la mano.

Sin darle tiempo a responder, el chico salió corriendo. ‘Pero… ¿Qué hace ahora?’ pensaba Bellatrix, dejando correr el asunto. Él estaba corriendo hacia el grupo donde estaba sentada Aurora. Sami y ClaraBell estaban más apartados, apoyados en el tronco de un falso pimentero, y Dabilonia hablaba con Thomas, que acababa de llegar, pero Auro estaba… alejada del conjunto, no físicamente, pues se sentaba en medio del grupo, pero parecía estar muy lejos de allí.

Salem se acercó a la rubia. Los ojos de ella centellearon al descubrirlo allí, pero apartó su mirada y cruzó los brazos sobre su pecho, indicando que lo “echaba de su espacio”.

- Aurora – la llamó él. Esta volteó la cabeza con irritación hacia él, dirigiéndole una dura mirada.

- ¿Qué quieres? – replicó, con la misma dureza de su mirada.

- Quiero que vengas un momento con Bellatrix y conmigo – le pidió él.

Ella soltó una risita sarcástica por lo bajo.

- ¿Es que no puedes satisfacerla tú? – soltó cortante.

- Por favor – dijo con cierto deje molestia en el tono de voz. Era obvio que el comentario le había molestado.

Ella se levantó y mientras se sacudía el césped de los pantalones buscó a Bellatrix con la mirada. La localizó en el extremo más alejado del patio; estaba mirando el cielo. Era una costumbre que ambas compartían. Un ramalazo de ternura invadió los sentimientos de la chica.

- Está bien – le dijo Aurora, impulsada por el sentimiento repentino que le había sugerido la figura de Bellatrix. Él asintió con un movimiento de cabeza:

- Vamos.

Ella se despidió del resto con un gesto de la mano. Empezaron a caminar hacia donde estaba Bella. Salem observaba a Aurora mientras vigilaba que Bellatrix no los viera.

- Eres muy guapa, Aurora. Le comprendo – dijo Salem misteriosamente, como para sí mismo. La rubia le miró extrañada:

- Estooo… ¿Qué?

Él soltó una carcajada.

- Nada. Ahora entenderás – aderezó con una sonrisa.

Bellatrix seguía inmersa en la contemplación del cielo y no había notado la presencia de los chicos. Salem aprovechó para contemplarla, pues su figura melancólica le removió como una caricia poética.

Era de piel ligeramente tostada, con un suave color café con leche muy suave; el color de piel de Bellatrix, a Aurora se le semejaba un caramelo. Los ojos verdes eran como la laurisilva, profundos y misteriosos, pero es cierto modo, acogedores; y hacían un hermoso contraste con su cabello negro, oscurísimo, y acicalado por brillos caoba. Bella vestía casi siempre de colores oscuros y le gustaba la música fuerte, como el rock, el metal o el hardcore, le iba a su personalidad, algo taciturna y tranquila, pero también alegre e inteligente, además era liberal, rebelde, y en general muy madura, pero ahora se le había presentado un tema en el que perdía pie: el amor, los sentimientos profundos. En muchos temas estaba bien puesta, pero los sentimientos nunca se le dieron demasiado bien a Bellatrix. Cuando conoció a Salem, hacía ya casi tres años, se encontró con un amigo y compañero para toda la vida; Salem y Bellatrix se complementaban, se ayudaban a escalar mutuamente por sus vidas, y así él se convirtió en su mejor amigo, y cuando el atractivo del chico hizo mella en ella, en amantes.

Eran amantes porque no se definían en que era amor lo que sentían, además no querían comprometerse, pues ambos necesitaban de la libertad que produce tener raíces, pero también alas, es decir estaban juntos, pero no atados. Además, los dos se atraían muchísimo físicamente.

Pero hacía dos años Bellatrix había conocido a Aurora al empezar un nuevo curso, ya las cosas habían cambiado, y mucho. Ella era especial. Ella había iluminado la rutina, había removido su vida. Quería saber más de ella, quería participar de su sonrisa. Incluso se hizo parte del grupo de amigos que se había hecho Aurora. A partir de ese momento, Bellatrix abrió su vida a los demás, sin saber exactamente porqué. Y hace nada más que unos meses, había empezado a hablar de eso con Salem, y, junto con sus pequeñas insinuaciones, Bella se dio cuenta de hacia donde iban sus sentimientos por la pequeña joven rubia. Al principio Bellatrix, casi inconscientemente, simplemente lo dejo pasar, como si fuera un enamoramiento pasajero, pero fue pasando el tiempo y Aurora pasaba a ser más y más parte de ella, imposible de olvidar.

Cuando se dio cuenta de que le gustaba como cualquier chico podría haberle gustado, a Bella le invadió una confusión profunda. Ella no sabía nada de la bisexualidad; recurrió a lo más cercano y lo menos chismoso, Internet. Bella se vio invadida por mitos, rumores y respuestas inconcretas. Bella no vio satisfechas sus preguntas, Bella vio confundidas sus preguntas; y entonces simplemente no hizo nada. Se contentó con tener a Salem, con desahogarse con él e intentar olvidarlo; aun así, no había funcionado. Y todo se había resuelto en una sencilla conversación, con una simple frase. ‘Tenía que haber contado con Salem desde el principio’ pensó para sí misma, sonriendo ligeramente. La sonrisa fue percibida tanto por Salem como por Aurora, y estos sonrieron a su vez.

Salem se acercó a Bellatrix con Aurora. Tan solo le susurró:

- Deja que te hable.

Ella le miró, e intentó buscar una respuesta en los ojos oscuros del chico, finalmente asintió con un leve movimiento de cabeza. Empezó a caminar hacia el árbol donde se apoyaba Bella, entonces ella si la vio y alzó la mirada, sorprendida; Aurora se sentó a su lado, acompañada por el incrédulo seguimiento de los ojos verdes de su compañera. Esta desvió la mirada de la rubia y se fijó en Salem, que estaba de pie en una pose estática, expectativa.

- Lo dejo en tus manos, Bella – sonrió. La chica movió los labios en un ‘gracias’ mudo.

Aurora miró alternativamente a ambos, sin comprender.

- Bella, ¿qué pasa? - le dijo.

Ella volvió a posar los ojos en ella, esta vez estaban brillantes de emoción contenida.

- Tengo algo que contarte al fin, Auro. ¿Me dejarías contártelo? -.

Aurora recordó las palabras de Salem, “deja que hable” le había dicho, así que eso fue lo que hizo, asintió con la cabeza y Bella empezó a hablar.

- Veras Aurora, últimamente he estado extraña contigo, pero no estaba enfadada contigo, espero que no hayas pensado eso... bueno, posiblemente sí que lo hayas pensado, pero no lo estaba, lo que me pasaba es que... me confundes, Aurora, me haces sentir cosas muy nuevas, cosas que hasta hace un momento ni sabía ponerles nombre. Pero ahora sí que lo sé y quería que tú también lo supieras. Y es que ... – Bella suspiró, preparándose para lo que tenía que decirle. Pero Aurora se adelantó, sorprendiéndose a sí misma y a Bellatrix.

- Me gustas.

Bella levantó la mirada, totalmente desconcertada. Aurora se sonrojó.

- Parecía que necesitabas ayuda – y recordó de nuevo las palabras de Salem – lo siento – dijo dándose cuenta de su fallo.

- ¿Te gusto, Aurora? – preguntó la otra, casi con ansia.

- Tú no te pares, sigue con lo que me decías - . Bellatrix cogió las manos de Aurora.

- No, por favor contesta.

Aurora miró intensamente a Bellatrix. Es cierto que antes había sentido celos hacia Salem, y que últimamente se preocupaba más en Bella, y le hacía más caso, y no podía evitar que una sonrisa aflorase a su rostro cuando ella la recibía a la entrad del instituto, y... podría ser que si.

- Yo... Bella, es que no sé si es por lo que me estas diciendo o porque de verdad me gustas. Me acabas de poner en una situación muy-

Aurora no pudo continuar, pues sus labios fueron sellados por un beso de Bellatrix, un beso ligero y suave, un piquito dado con una dulzura inusual en ella. Cuando, un breve instante después, Bella se retiró le susurró a la sonrojada chica:

- Y esto... ¿te ha gustado?

Aurora contempló su rostro de piel de caramelo. Asintió tímidamente con la cabeza, Bella soltó una carcajada sin mala intención frente a este gesto.

- Jaja, que mona eres Auro

- Mmm, ¿gracias? – le respondió con los ojos grises brillando.

EPÍLOGO

Algunos meses después.

Bella y Aurora por fin estaban comenzando una relación más o menos seria, y, después de extrañas, largas y reñidas conversaciones, Salem seguí siendo el amante y mejor amigo de Bellatrix; aunque esto no le gustaba mucho a Aurora, pues siempre sentía que nunca podría estar a su altura. Tanto como Bella como Aurora habían descubierto una nueva faceta de su sexualidad, dándose cuenta de que su orientación sexual era bisexual.

Casi todos sus compañeros y amigos habían aceptado su relación, excepto unos cuantos chicos abusones y algo sexistas que se metieron con ellas, insultándolas y humillándolas; pero Babilonia, Sami y ClaraBell junto con Thomas, que se había unido a las chicas a la “salida del armario”, habían salido en su defensa, y la ofensa se vio vuelta del revés.

Ese día el grupo de amigos fueron a celebrar el verano en una pequeña cala en el mar, un pequeño rincón privado para celebrar su graduación. Se reunieron en la casa de Dabilonia, Salem conducía y entre todos aportaban cosas, comida, mesa, sombrilla... Sami, para sorpresa de todos, había llevado un casete antiguo con sus cintas, John Lee Hoocker, Aretha Franklin y famosos del siglo anterior los acompañaron durante todo el trayecto. El sol brillaba con calidez, y el cielo aparecía despejado, de un azul intenso, salpicado del blanco inmaculado de algunas nubes solitarias.

- ¿Habéis traído caña de pescar? – preguntó al llegar Thomas.

- Pues no, ha quién se le ocurre Tom – le contestó Bellatrix.

Dabilonia pasó al lado de ellos, cargada de cestas de comida.

- Chicos, una ayudita, por favor – pidió.

Ambos se apresuraron a descargar el coche. Dante, el novio de Thomas, cargó con la mesa , y su chico se apresuró a ayudarlo.

- Que bonito, que bonito – cantaron todos, coreados por sus propias risas.

Disfrutaban y reían, como siempre lo habían hecho, sin condicionar quien era que, quien hacía que, y todos, pensó Aurora en un momento dado, eran distintos.

Ya en la playa, después de una comilona contundente, y casi vaciar los cestos de comida, se encaminaron cogidos de la mano, en una corta cadena humana, hacia la orilla. El agua llegó a los pies de los primeros, soltaron exclamaciones de lo frío que estaba el océano.

- ¿Alguien tiene calor? – gritó Salem, que comenzó salpicando a Aurora. Ella, picadísima con él, le respondió.

Entre risas empezaron a mojarse y salpicarse, y hubo más de una ahogadilla entre los chicos. Cuando estaban todos ya empapados, se sentaron el la zona húmeda de la arena, Bellatrix en medio de Aurora y Salem, Dabilonia con otro de sus muchos ligues (‘Que disfrute’ le decían siempre todos, ¿a quién le molestaba?), Thomas y Dante se hacían cosquillas, y Sami y ClaraBell estaban haciendo manitas.

- ¡Eh! Las manitas quietas – dijo Salem, con sorna.

- ¿Quién exactamente? – le contestó Aurora – hay manos moviéndose por todas partes.

Provocó un coro de risas.

Y así, rodeada de la felicidad colectiva de sus amigos, Aurora se dio cuenta de la definición que llevaba tiempo buscando para la bisexualidad, la homosexualidad.

Y así, cogida a la mano de Bella, siendo plenamente consciente de sus sentimientos, pensó:

‘Quieres, o te enamoras de otra persona no por el hecho de ser hombre o mujer, sino por el mismo hecho de ser persona. No el tener en cuenta la finalidad reproductora de la relación, sino el amar al otro como individuo.’

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