lunes, 1 de noviembre de 2010

Proyecto - Crónicas Grises

Un relato que escribí hace unos cuantos años, del que tenía muchas ideas, pero que finalmente no continue, es algo viejo, así que tendrá muchos errores, pero me gusto realmente la historia que ideé para Galioon, el mundo de los Celiss, el nombre que le di a los ángeles y los demonios.



La noche tomó posesión del Bosque Nrioon; sólo quedó una uña de sol, que se quedó perezosamente unos instantes antes de dejar paso a la oscuridad y, mientras las estrellas empezaban a ocupar el cielo, una bola de luz blanquecina recorrió el centro del bosque. La luz deambuló unos minutos y finalmente se posó en el suelo, tomando forma humanoide.

Poco a poco dejo de ser un ser translúcido y se fueron descubriendo los rasgos de una joven, con unas alas cubiertas de suaves plumas blancas, un rostro sereno se tornó material, y la sombra de nerviosismo que se difuminaba antes se realzó, unos profundos ojos ámbar se iluminaron en la oscuridad, y el esbelto cuerpo se vio cubierto por una vaporosa túnica blanca con detalles rosáceos.

Delante del ángel, entre los robustos árboles, unas sombras se movieron. Ella se inquietó aún más. Avanzó temerosa, con un brillo interrogante en los ojos.

De pronto, una rápida sombra salió del árbol y se colocó detrás de la joven; la sombra no dio tiempo siquiera al ángel de reaccionar, acercó su cuerpo al de ella, y posó el rostro su cuello…en la dentadura de la sombra, crecieron los caninos de forma alarmante.

- Eres tú…Celiss Farelina…- la sombra rió por lo bajo, y en un idioma descocido por los humanos dijo: e nukko do farelina…

La nombrada abrió los ojos de sorpresa, pues su cargo era conocido por pocos, el ángel del atardecer, el único que habitaba por entonces su vasto mundo, y dudaba de que el ser que ahora la llamaba recordara su nombre.

- He venido por orden de Dake do Diriaku, como servidora de la luz y la oscuridad, a sanar un alma gris, Celiss Diriaku.

- ¿Qué te hace pensar que hay un alma gris entre los Diriaku del bosque, Farelina?

- No me tomes el pelo, Heiss – dijo ella, llamándolo por su verdadero nombre, en un tono cortante y frío.

- Veo que recuerdas mi nombre de…los viejos tiempos…- rió él con un tono de amargura.

Una sombra de dolor cruzó el rostro de Celiss Farelina.

- Tu ya sabes porqué estoy aquí, ¡ahora cumple con tu trabajo y llévame ante el rey! – soltó ella, como si escupiera las duras palabras.

La sombra tomó finalmente consistencia, y la figura de un joven hombre, que no aparentaba superar la veintena, vestido completamente de negro; en su espalda destacaron unas enormes alas de murciélago; alzó unos profundos ojos castaños hacia el otro ángel.

- No seas crue-

- ¡Y tu no seas hipócrita! – cortó el ángel del atardecer – ahora, te repito, llévame con el rey.

Heiss atravesó con la mirada a la joven, portando en sus ojos un brillo helado.

- Bien, entonces, sígueme- dijo Heiss, seco.

El Celiss Farelina y el Diriaku caminaron entre la espesura del bosque, la tensión entre los dos seres se palpaba intensamente. Así continuaron hasta que, en un claro entre la espesura del bosque, un corro de delicados seres se les acercó entre murmullos y revoloteos.

- Heiss…Heiss – hablaron los seres, casi como susurros, pensamientos, en un tono pícaro y seductor– ha venido…ha…venido a… ver al rey…Heiss…el travieso Heiss tiene…tiene que dar la clave – terminaron entre risillas.

Las sensuales sílfides oscuras corretearon alrededor del ángel oscuro, mientraseste miraba de reojo a la otra Celiss, pues no sabía como reaccionaría a las palabras de las sílfides.

- La clave… la clave Heiss… - insistieron.

- La clave es …– se acerco a susurrársela a la sílfide más cercana.

- Dime Heiss – la sílfide, zalamera, pegó su cuerpo al de Heiss, cercando al joven entre sus incitadoras curvas.

Heiss volvió a mirar a la Farelina, dándose cuenta de la tensión que provocaba en ella esa situación. ‘Del pasado no se puede huir, ni se puede olvidar… y nuestro pasado nos marcara para siempre’ pensó él con amargura.

- Do Ka´sur Dake, do Dake do Diriaku, miro fresur ouno Celiss Heiss, e daxe ve Pofrede Nire – contestó el joven, despegándose de la sensual criatura.

-Es correcto… ¿No vas a ofrecernos… nada más… Heiss?.. – le respondieron con sus extrañas risitas.

- No – dijo con rotundidad. Miró de nuevo a la Farelina, que lo miraba con dureza, casi con odio – ahora, sílfide, déjanos pasar.

De nuevo con risas pícaras le dejaron pasar por una enorme trampilla oculta en el suelo, dejando ver un profundo túnel que se adentraba en las profundidades de la tierra de Nrioon. Dando paso a Kladernok.

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